Enrique Manuel Cuandú fue condenado a 25 años de prisión por el homicidio de su novia, Mercedes Raquel Cibils, un crimen que ocurrió el 16 de mayo de 1998. El mismo fue hallado culpable de rociar a Cibils con alcohol y prenderle fuego, lo que provocó que la joven, de solo 18 años, falleciera un mes después debido a las graves quemaduras sufridas.

El juicio, conducido por la jueza Lourdes Peña, se desarrolló bajo el antiguo Código Penal, dado que el caso se remonta a 1998. Cuandú estuvo prófugo de la justicia durante 23 años, hasta su captura en agosto de 2021, cuando fue detenido en Asunción tras un operativo policial. Durante su tiempo en la clandestinidad, Cuandú había logrado ocultar su identidad y se había hecho pasar por gestor en el Palacio de Justicia, donde utilizaba el nombre de “Dr. Carlos”.

El crimen ocurrió cuando Cibils estaba trabajando en un puesto de comidas y rechazó los intentos de reconciliación de Cuandú, quien había comenzado a maltratarla verbal y físicamente en el transcurso de su relación. En un ataque de ira, Cuandú tomó un bidón de alcohol que Cibils estaba utilizando para desinfectar su espacio y, tras rociarla, le prendió fuego. La joven logró salir del lugar, pero sus lesiones fueron tan graves que no pudo sobrevivir.

Las investigaciones se intensificaron después de la muerte de Cibils, pero Cuandú logró evadir la justicia, posiblemente debido a sus contactos en el sistema judicial, según la familia de la víctima. En su huida, se refugió en el interior del país y eventualmente regresó a Asunción, donde vivió con su familia sin ser descubierto durante años.

Finalmente, el proceso judicial fue complicado por la pérdida del expediente original del caso, lo que obligó a la familia de Cibils a reconstruir el caso para que se pudiera llevar a cabo el juicio. La sentencia de 25 años fue recibida con alivio por los familiares de Mercedes, quienes habían luchado durante más de dos décadas por justicia.

MÁS DEL CASO

A inicio de los años noventa Cuandú era gestor en el Palacio de Justicia de Sajonia y fue así que conoció a Mercedes Raquel, quien atendía un puesto de venta de comidas ubicado en Dr. Paiva y Arias a cuadras de tribunales. Enrique Manuel comenzó una relación amorosa con la joven en 1996, como todo noviazgo en los primeros tiempos todo fue color de rosas.

Sin embargo pasaron dos años y el carácter de Cuandú comenzó a cambiar con respecto a su joven novia a quien comenzó a maltratar, primero con palabras, pero nadie creyó que eso iba a pasar a un extremo mortal. Griselda Cibils, hermana de Mercedes recordó que en marzo de 1998 la relación de ambos terminó justamente por los maltratos.

Sin embargo Enrique nunca se dio por vencido y acechó a su ex novia para tratar de retomar la relación, fue así que en la siesta del 16 de mayo de 1998, cuando Mercedes estaba limpiando su puesto de venta de comidas llegó el hombre, quien insistió en hacer las paces, pero las negativas de la joven le alteraron.

Mercedes tenía un bidón de alcohol con el que estaba desinfectando el sitio y en un descuido Enrique Cuandú, tomó el líquido inflamable y lo roció sobre la muchacha para luego prender fuego.

Mercedes Raquel en su intento desesperado por salir de la casilla abrió la puerta, pero ahí estaba Enrique que le tapó el paso y la empujó dentro de la casilla en ese forcejeo él también sufrió unas quemaduras menores.

La joven víctima fue socorrida por vecinos y llevada a un hospital ya inconsciente no alcanzó a decir lo ocurrido, ni pudo identificar a su atacante, quien se presentó ante la policía a decir que Mercedes se quiso suicidar y sobre sus quemaduras dijo que en su intento por salvarla el fuego le alcanzó, tal vez pensando que la mujer ya había muerto. Esta versión pronto fue desmentida por la misma víctima quien en su lecho de enferma declaró que fue atacada por Enrique Cuandú. El hombre al verse descubierto huyó, cuando la policía fue a buscarlo ya había desaparecido.

Mercedes Raquel por su parte un mes después de ser atacada tras una larga agonía, murió al no poder soportar las severas lesiones que le causó el fuego.

Se realizaron más de 10 allanamientos en busca de Enrique Manuel Cuandú, a quien parecía que la tierra se lo tragó. La familia Cibils, siempre dijo, que como el prófugo trabajaba de gestor en el Poder Judicial tenía muchos contactos con abogados poderosos que le ayudaron a mantenerse oculto y fuera del alcance de la justicia.

Pasaron los días que se transformaron en meses y luego en años, para después ser décadas sin noticias de Cuandú. Al punto que Griselda Cibils, dijo que ellos pensaron que nunca más iban a dar con el homicida de su hermana, ya perdieron las esperanzas de hacer justicia.

El Dr. Carlos

En la explanada del Palacio de Justicia abundan los gestores que ofrecen sus servicios para agilizar algunos trámites. Mujeres y hombres se acercan a los que llegan a tribunales con la frase, “trámites del menor, antecedentes, te ayudamos…”. Entre ellos estaba el Dr. Carlos, un cincuentón de saco y corbata, de poco hablar, que solo se limitaba a ofrecer sus servicios, al final de la jornada se retiraba siempre caminando, ya que alquilaba una pequeña casa en las inmediaciones, donde esperaba su esposa y sus dos hijos.

Los demás gestores venían a Carlos muy formal con saco y corbata por lo que le apodaron el Dr. Carlos, quien se mimetiza entre la gente que acudía al Palacio de Justicia, pero una persona alertó al suboficial Pedro Rodríguez de Crimen Organizado de la presencia de una persona que podría ser el prófugo Cuandú.

El uniformado fue a verificar el hecho y tuvo su primer encuentro con el Dr. Carlos, pero estaba muy cambiado y no pudo saber si se trataba de Enrique Manuel Cuandú.

El suboficial siguió yendo al Palacio de Justicia a investigar más sobre el sospechoso gestor, finalmente supo que vivía a cuadras del lugar y que tenía una familia. El uniformado indaga sobre una de sus hijas y luego la rastrea por las redes sociales, en ellas encontró una fotografía de su padre más joven y todo comenzó a encajar. Ya no había dudas de que el Dr. Carlos, era en realidad Enrique Manuel Cuandú, el martes 3 de agosto el suboficial Rodríguez se acercó al gestor y lo detuvo. El hombre no opuso resistencia, se dejó llevar como vencido o tal vez cansado de tanto fingir y escapar a su destino.

De ahí en más el hombre al verse descubierto contó la verdad, admitió su verdadera identidad y al día siguiente fue puesto a disposición de la jueza penal de Garantías Nilda Giménez, quien al requerir el expediente, se encontró con la ingrata noticia que el mismo con el pasar de los años se perdió entre tantos papeles. Es que pasaron más de dos décadas y el caso ya estaba casi olvidado, muchos, hasta la familia de la víctima pensaron que Cuandú ya había muerto y que residía en el extranjero.

Grisedla Cibils, comentó que su papá tenía una copia del expediente y se acercaron al juzgado para que se haga la reconstrucción del mismo. También se tiene que nombrar a un fiscal para que intervenga, mientras todas estas diligencias se disponen Cuandú fue remitido a la cárcel de Tacumbú donde espera ser citado por la magistrada.

Oculto en el interior

La familia Cibils siempre apuntó que Enrique Manuel estuvo amparado por abogados que lo mantuvieron oculto en algún lugar del interior o del extranjero, por eso nunca se lo pudo ubicar. Sin embargo según las investigaciones Cuandú tras cometer el crimen se fugó y fue a refugiarse al interior del país, donde pasó desapercibido por años.

Luego cuando pensó que ya no era buscado por la policía volvió a Asunción, formó una familia, tuvo hijos y se mudó a las inmediaciones del Palacio de Justicia, donde volvió a acudir para realizar lo único que sabía hacer, trabajos de gestoría, bajo otro nombre, manteniendo un cierto distanciamiento de todos y tratando de hablar lo menos posible de él y su pasado. Desde 1996 Cuandú no volvió a tramitar su cédula de identidad, por eso nadie sabía los cambios que tuvo durante los últimos 23 años, su rastro se perdió, se volvió un fantasma.