La ingesta abusiva de alcohol fue el combustible que motivó a un hombre a asesinar a golpes a su amigo, con quien compartía una jornada de cacería, conforme admitió el propio victimario.

El cadáver de Tomás Rolón Ramírez fue encontrado en el arroyo Yguazú, en el distrito de Nueva Esperanza, departamento de Canindeyú. Estaba desaparecido desde hace varios días, desde que avisó a sus familiares que iría con un amigo de infancia al monte, a cazar animales silvestres.

Por orden fiscal se impartió la resolución de abrir pesquisa en torno a la desaparición.

Se vio al desaparecido en compañía de un hombre enfilando hacia la zona boscosa del lugar, por lo que los policías no tardaron en concluir que el acompañante de Rolón era Clementino Recalde Benitez, quien al ser detectado en su lugar de trabajo, una carpintería, fue sometido a entrevista por parte de la policía.

el hombre fue entrando en contradicciones, al decir del informe que elaboraron los agentes. En un tramo del ir y venir de preguntas, admitió que había matado a su amigo, impulsado por la cantidad de alcohol que estaban ingiriendo, al punto que ni recordaba cuál fue el elemento que desató su ira que lo empujó a matar con un garrote a Tomás.

El acusado de homicida llevó a los agentes hasta donde estaba el cuerpo del finado. Lo hallaron en la ribera del arroyo, bien atado a un tronco, como si la intención era evitar que fuera arrastrado por la corriente del cauce que tenía el volumen de agua suficiente y la fuerza como para llevar el cuerpo aguas abajo, en medio de la espesura del monte.

Clementino tampoco supo explicar por qué ató a su víctima al tronco, cuando que si lo desaparecía podría haber zafado de cualquier acusación. Pero reconoció que tampoco recordaba por qué estaba tan embriagado que solo tenía en mente que lo había matado con un palo.