Un policía de Investigaciones y otras dos personas fueron acribillados el viernes de noche en un feroz ataque de sicarios, perpetrado en una cancha de pikivóley, en la ciudad de Presidente Franco.

Se trata de suboficial principal Hernán Gustavo Ramírez Cabañas (43), quien sufrió al menos tres impactos de bala calibre 9 mm. y se encuentra internado en una de las salas de terapia intensiva del Hospital Tesãi del Alto Paraná. El personal policial está asignado a la división Robos y Hurtos del departamento Investigación de Hechos Punibles de la capital.

Las otras víctimas de la balacera fueron Carlos Ramón Algarin Solalinde (43), miembro de la Guardia de Seguridad Ciudadana de Presidente Franco, y Diego Ramón Portillo Carballo (23), hijo del extinto capo mafioso del Alto Paraná Juan Carlos Portillo, alias “Carlos Pedro Juan”, quien fuera eliminado en un ataque de sicarios en diciembre del 2011 en la misma ciudad de Franco.

Tanto Algarin como Portillo están fuera de peligro, informó ayer el jefe de Prevención y Seguridad Ciudadana de Alto Paraná, comisario Víctor Vera.

Una hipótesis es que el sangriento ataque pudo haber sido ordenado por el narcotraficante brasileño Marcelo Pinheiro, alias Marcelo Piloto, actualmente recluido en una cárcel de su país.

El propio Piloto había denunciado en reiteradas ocasiones que, en el 2015, el suboficial de Investigaciones Ramírez lo había secuestrado y liberado tras el pago de US$ 200.000 y dos vehículos, en la zona Ciudad del Este. El uniformado negó las acusaciones, pero reconoció que su esposa si tenía un vehículo similar al que Piloto aseguró haber entregado a su secuestrador.

Según los testigos, poco antes de las 21:00, el uniformado junto a otras personas estaban en la cancha de pikivóley sentados en una mesa jugando un partido de trucos. En ese momento llegaron a pie hasta el sitio al menos cuatro pistoleros; estos, al identificar al uniformado, sacaron sus armas y empezaros a disparar.

Ramírez sufrió cuatro balazos, en tanto que los otros ocupantes de la meza también resultaron heridos.

Aparentemente, los sicarios no terminaron su “trabajo” debido a que algunos de los testigos también estaban armados y estos, a su vez, los obligaron a balazos a abandonar el lugar.