A las 10.00 se realizó una ceremonia religiosa en la explanada de la basílica, en presencia de una gran cantidad de personas.

En su homilía, monseñor Ricardo Valenzuela mencionó que quiere transmitir la unidad en la iglesia y en la sociedad. Dijo que la unidad debe dar paso a la comunión a fin de promover la identidad de una diócesis.

«Deseo compartir con ustedes las esencias o los olores que me gustaría ofrecer y percibir en mi paso pastoral por esta bendita tierra cordillerana de la Virgen Serrana a la que la voluntad del señor me ha enviado, abriendo mi alma al Espíritu Santo, el gran perfumista de la Iglesia. Quise elegir algunos olores, perfumes, de entre los muchos que hay en su infinita fragancia. En primer lugar quisiera transmitirles a todos ustedes el olor de la unidad, ese es el olor de la Iglesia unida que ha de ser signo de instrumento, de la unión íntima con Dios», fueron las primeras palabras de monseñor Valenzuela.

Indicó que también está el olor de la comunión y que el obispo es principio y fundamento de la unidad de la Iglesia y está llamado a promover entre las personas, las instituciones y los programas con los que teje la identidad de una Diócesis con alma y rostro.

«Hermanos, cuenten conmigo para cultivar una espiritualidad de comunión», acotó.

Dijo que un obispo debe usar siempre, no el «yo», sino el «nosotros», y que el olor de la unidad es necesario para anunciar el evangelio.

Por otro lado, expresó que quiere transmitir el «olor a oveja», de esta manera recordó al papa Francisco, quien dijo que el obispo debe salir de su despacho y debe ir a buscar a las ovejas perdidas. Además, quiere estar en la larga lista de las personas que sufren.

Indicó que recorrerá las distintas casas de Cordillera y pidió que cuando llegue le dejen entrar, que incluso podrían cocinar y comer juntos.

Refirió que el obispo debe ser un experto rastreador de ovejas perdidas y que debe tener ese osfalto misionero para encontrarlas y llevarlas de nuevo a su rebaño, de donde nunca debieron de haber salido. Este mensaje fue muy aplaudido por las personas que participaron de la celebración eucarística.

A tempranas horas se realizó la última misa a cargo de monseñor Claudio Giménez, quien habló de la construcción del reino de Dios, tarea que debe ser realizada por todos desde el lugar en donde les toque actuar, según dijo.

Mencionó además la importancia de la Virgen de Caacupé para seguir a Cristo y así construir un nuevo país y un mejor Paraguay para todos.

«Vamos a mantener nuestra identidad de paraguayos creyentes, aceptamos la gran responsabilidad de construir el reino de Jesucristo aquí en nuestra hermosa tierra paraguaya; si en verdad queremos a la Virgen, debemos hacer lo que su hijo desea. Si nos quedamos solamente en la Virgen María, nos hemos quedado a mitad del camino, ella nos pide que le sigamos a su hijo», indicó.

Por último, dijo que nos merecemos un país grande y próspero, con ciudadanos felices.

El primer obispo de Caacupé fue monseñor Ismael Rolón, el segundo fue monseñor Demetrio Aquino. Posteriormente fue nombrado como encargado de despacho monseñor Eustaquio Pastor Cuquejo, luego asumió Claudio Giménez y finalmente asumió este domingo monseñor Ricardo Valenzuela Ríos, quien será el cuarto obispo de la Diócesis de Caacupé.