El cardenal y arzobispo de Asunción, Adalberto Martínez en su homilía realizada este Jueves Santo, en la Catedral Metropolitana, pidió “mirar a los pobres” y servir como Jesús, recordando el gesto del lavatorio de los pies.

El cardenal y arzobispo de Asunción, Adalberto Martínez, presidió la celebración de la Misa Crismal este Jueves Santo en la Catedral Metropolitana de Asunción, ocasión en que se realizó la procesión de al menos 600 sacerdotes y diáconos.

En la ceremonia religiosa, el cardenal manifestó que este Jueves Santo el “Señor invita a subir en la planta alta del comedor para adentrarnos en la profundidad del santuario del Sagrado Corazón de Jesús”.

“De este Jueves Santo, en este comedor divino, la iglesia nace cotidianamente la eucaristía celebrada en muchos lugares, en nuestro país, en toda la tierra, en condiciones tan variadas, en condiciones tan diversas. El ministerio eucarístico nos renueva, nos transforma, en nuevas criaturas, en nueva creación”, expresó.

Recordó que San Pablo en su carta pastoral al joven Timoteo le exhorta: reaviva el don que has recibido mediante la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza.

“A veces se nos pide mirar un poco más allá, con esa mirada de Jesús hacia los descartados, los pobres, a los que padecen hambres espirituales y material”, agregó.

Explicó que Jesucristo, el verdadero sumo sacerdote quiso ser y hacerse el servidor de todos. En el gesto del lavatorio de los pies quiso representar el verdadero significado del sumo sacerdocio.

“Con el gesto del amor hasta el extremo lava nuestros pies sucios; con la humildad de su servicio nos purifica de la enfermedad de nuestra soberbia. Y no solamente nos lava los pies con el agua, sino con su propia sangre nos limpia el espíritu, el corazón. ÉI se abajó, (Filipenses) se hizo siervo para elevarnos, para subir con él y hacia él”, expresó.

Mencionó que su elevación en la cruz es el abajamiento más profundo, el gran amor llevado hasta el extremo, es a la vez el culmen de la elevación, nuestra verdadera elevación y dijo que a “este abajamiento nos llama para servir”.

Por último, dijo que competir por el último lugar, por ponernos el delantal del servicio para servir, antes que adelantarnos en actitud más bien de ser servidos.