El hecho es recurrente en varios distritos en los que las gigantografias de Marito y Edgar Olmedo aparecen rajadas.

El hecho llama mucho la atención, más teniendo en cuenta que el oficialismo alardea en todo momento de una campaña sin agravios.

Pero si quitamos el evidente ultraje y la falta de respeto, ¿qué tipo de eficacia comunicativa puede tener la destrucción parcial de la publicidad gráfica del adversario?