Máximo Iván Jerez no tenía ningún lazo con las organizaciones narco que operan en Rosario. Tampoco su familia. El niño de 11 años fue asesinado en el barrio Los Pumitas cuando salió de su casa para comprar algo en el kiosco que acompañara el tereré fresco que tomaría después de las porciones de pizza casera que había cenado. Las balas que salieron de un auto con vidrios polarizados lo frenaron y también alcanzaron a tres de sus primos de 13 y dos años.

“No tengo palabras, hermano. Nos dejaste, te nos fuiste”, escribió en Facebook una de sus hermanas. “Él quería llegar hasta la final. El sueño de él era recibir la bici y su trofeo. Me decía ‘Yo voy a ponerme las pilas en jugar”, contó. “Te voy a llevar en mi corazón siempre. Eras un nene lleno de salud, lleno de vida, eras re piola hermanito”, cerró.

“Te nos fuiste llevando nuestra alegría. Manda fuerzas a tu papi y mami. Vuela muy alto, sobrino”, lo despidió un tío en la red social. “Solo era un niño feliz, alegre, sano. Él traía alegría a la casa de mi hermana. Era un angelito”, lo describió otro familiar.

“Maxi” no tenía parentesco con Mauro Gerez, el jefe narco de una célula de Los Monos, que operaba en los barrios de Ludueña y Empalme Graneros. Su familia nunca sufrió una amenaza previa. El club donde jugaba fue, precisamente, el lugar donde se lo veló hoy, con una fuerte presencia policia.

El menor asesinado era muy querido en la comunidad qom que se asentó en el noroeste de Rosario. Asistía, además, a la Escuela Taigoyé (N°1344), un establecimiento educativo bilingüe, ubicado en Juan B. Justo 2085, al que concurren alumnos de pueblos originarios.

Al igual que el resto de las escuelas, la bandera estuvo a media asta por la iniciativa de la Asociación de Magisterio de Santa Fe en señal de duelo. “La situación es insostenible. La violencia protagonizada por las bandas narco-policiales se ha adueñado de la región”, denunció el organismo.

No podemos naturalizar que solo se trata de llevar la lista de muertes. No podemos aceptar que sigan matando a nuestras alumnas y a nuestros alumnos. Es el Estado el que debe garantizar la seguridad de todos. Hoy denunciamos la responsabilidad de las políticas de los gobiernos provincial, nacional y municipal y las complicidades de los poderes políticos, judiciales y policiales y reafirmamos la lucha por acabar con la violencia que atraviesa nuestros barrios”, señalaron en un posteo de Instagram que fue replicado en redes sociales.

El niño de 11 años fue despedido por sus amigosEl niño de 11 años fue despedido por sus amigos

En diálogo con Radio Con Vos, una de sus tías, Antonia Jerez, que colabora en un comedor barrial, recordó el momento en el que escuchó disparos y salió a ver qué pasaba: “Estaba haciendo una torta de cumpleaños para mi nieta, escucho los disparos, salgo, mi hermana estaba gritando, diciendo que mi sobrino y los otros chicos que salían de su casa estaban heridos”.

Según la mujer, el tirador disparó contra una persona que corrió hacia donde estaban los niños. “Los tres chicos, primitos de él, están internados, uno en terapia que lucha por su vida, y otros internados, lamentablemente el único que no pudo salvarse es mi sobrino”, dijo la mujer.

“Estamos todos destrozados. Son chicos sanos, estaban jugando a la pelota y pasó lo que les pasó. Quiero justicia para que no haya más Máximos en el barrio”, concluyó.

El fiscal de turno de la Unidad Fiscal Especial de Homicidios Dolosos, Adrián Spelta, ordenó la realización de las pericias de fotografía, balística, planimetría y laboratorio a la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y a la División Científica Forense Rosario, además del relevamiento de cámaras y la obtención de testimonios.

En Radio 2, Spelta explicó que, para llegar a los autores, los investigadores buscaron a las personas a las que estaría dirigido el ataque. En un rastrillaje encontraron “una ametralladora FMK vieja y una 9 milímetros en buen estado de conservación y con una moto que tenía una mancha de sangre”, detalló.