La inseguridad sigue golpeando a la sociedad argentina, una sociedad que desconfía de las instituciones y suele coquetear con la idea de justicia por mano propia. Esta vez, un suceso ocurrido en la ciudad de San Juan (a 1.100 kilómetros de Buenos Aires) tuvo un final tan triste como esperado. Cristian Cortez, un joven de 19 años que sustrajo un celular a un vecino, fue corrido y alcanzado por un grupo de personas que lo apaleó. Los golpes le causaron la muerte horas después. Los homicidas ahora son los vecinos, tres de ellos ya identificados por la policía.

El hecho ocurrió el jueves a las 10 de la mañana en pleno barrio Rawson, en el extrarradio de la ciudad de San Juan capital. Es una zona de casas bajas levantadas en torno a la cementera San Lorenzo. Fue en la vereda de la planta donde Cristian Cortez y un amigo (luego detenido) interceptaron a un vecino que aparentemente conocían y le extrajeron su teléfono celular. En ese instante, algunos de los vecinos que vieron la escena corrieron al joven, lo alcanzaron y le propinaron patadas y puñetazos, incluso en el suelo.

“Fueron entre cinco y 10 personas que quisieron tomar justicia por mano propia tratando de detener a Cristian”, explicó María Filomena Noriega a EL PAÍS, abogada de la familia del joven que falleció este viernes a las 11.30 en la clínica privada Santa Lucía, a la que fue trasladado gracias a que su padre cuenta con obra social por tener un empleo en el ayuntamiento. Pero el joven no murió en el acto. Incluso, accedió al móvil policial por sus propios medios y hasta firmó el acta de ingreso en la comisaría.

“En el momento en que llegó el patrullero, Cristian no tenía heridas cortantes, sólo hematomas”, relató Noriega, “Les dijo a los policías que le dolía la cabeza, que por favor lo llevaran a un hospital, pero terminó en un calabozo, donde lo atendió un médico legista. Éste dice que estaba apto para estar detenido, pero a las dos horas se desmaya y la policía lo lleva al Rawson. Allí ingresa por guardia y le diagnostican muerte cerebral”.

“Eran entre cinco y 10 los que lo golpearon y por lo menos tres de ellos están identificados y lo conocían a Cristian por ser vecinos”, manifestó la defensora que, ante versiones periodísticas que indican que el joven tenía antecedentes por robos, aclaró que “Cristian tenía 19 años, tenía tres hermanos y le faltaban algunas materias para terminar la secundaria; era parte del sostén de familia junto a su padre. Era changarín y no tenía trabajo estable, a veces cuidaba coches y otras ayudaba a cargar cosas en el barrio. Su único antecedente era una contravención por beber alcohol en la vía pública”.

“La verdad que como una cuestión de principios personales y como funcionario, estoy en contra de este tipo de linchamientos y de justicia por mano propia. Entiendo que vivimos en un Estado de Derecho y lo peor que podemos hacer es tomar la justicia por nuestras propias manos”, manifestó Jorge Rodríguez, subsecretario de Derechos Humanos de la provincia, al Canal 13 de San Juan. “No podemos llegar a un estado de jungla y de selva. Tenemos leyes, tenemos normas. Se podía hacer una detención civil. No hacía falta llegar a tal extremo de dejarlo en coma a este joven. Recuerdo las palabras de Gandhi: ojo por ojo y el mundo se quedará ciego”, agregó.

“Muerte cerebral y paro cardiorrespiratorio”, dice el acta de defunción del joven, una variable que podría obligar al cambio de carátula de simple homicidio a “homicidio agravado con alevosía por la intervención de dos o más individuos”. Sorprendería que el juez Benedicto Correa no lo haga dado que en agosto de 2017 tuvo a cargo un hecho similar y obró en consecuencia. Claro que aquella vez el que murió fue la víctima del robo y no el ladrón.