Cecilia dejó las rejas en Mendoza (Argentina) y aterrizó este miércoles en el aeropuerto de Guarulhos, en Sao Paulo, en cumplimiento del primer fallo a nivel mundial que hizo lugar a un hábeas corpus presentado en favor de una primate bajo «privación ilegítima de la libertad».

La chimpancé, de 19 años, será trasladada en las próximas horas al santuario de Sorocaba, una ciudad brasileña que se ha convertido en un refugio para grandes primates que han sufrido «traumas» durante su paso por zoológicos y circos.

Cecilia aterrizó en Guarulhos «bien» y en breve comenzará el proceso de cuarentena, según confirmaron a Efe fuentes del Proyecto de Protección a los Grandes Primates (GAP), un movimiento internacional que lucha por el derecho a la vida, la libertad y la «no tortura» de los chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos.

Una vez superada la cuarentena, Cecilia podrá comenzar el proceso de integración con otros primates de este santuario de medio millón de metros cuadrados, propiedad del médico cubano Pedro Ynterian, de 77 años.

«Luego intentaremos juntarla con algún macho, a ver si quiere», aseguró a Efe Ynterian.

En el santuario de Sorocaba, los chimpancés viven en una especie de fortaleza construida con muros de cemento, dividida en diferentes compartimentos en los que habitan los ejemplares del mismo grupo, según pudo constatar Efe en una visita al refugio.

En su interior hay césped, pero no árboles, ya que, según cuenta Ynterian, las ramas eran utilizadas por los animales como herramientas para saltar las paredes.

La idea del santuario surgió hace dos décadas de manera informal y se profesionalizó en el año 2000, cuando el cubano decidió asociarse a GAP, que recientemente lanzó una campaña para que los grandes simios -en peligro de extinción- sean Patrimonio Vivo de la Humanidad.

Además de medio centenar de chimpancés, en el santuario conviven otro tipo de simios, aves, leones y osos «rescatados» por las autoridades regionales de circos y zoos, así como de redes de tráficos de animales.