El escándalo de las vacunas que le ha costado el puesto al ministro de Salud, Ginés González García, marca el inicio de la semana en Argentina. Según se ha sabido, un número indeterminado de políticos, familiares de políticos y personas afines al peronismo se vacunó al margen del plan general de inoculaciones contra la COVID-19 gracias a una supuesta red paralela creada por el Ministerio de Salud. Al hacerlo público la prensa local y ante las muestras de indignación de la oposición y de la ciudadanía, el presidente argentino, Alberto Fernández, exigió la renuncia de González y nombró inmediatamente una sustituta. La calle no se conformaba con menos:

«Tenían que darle prioridad a la gente de la Salud, a los maestros, a los ancianos, a los jubilados… y después ellos (el Gobierno). Porque me parece que se aprovecharon de su poder», explicaba un vecino de Buenos Aires.

«La gente necesita (vacunarse) y aquel como cualquier otro, que espere como la gente espera», añadía otra ciudadana.

El conocido como «vacunagate» estalló el viernes cuando uno de los beneficiados, un periodista cercano al Gobierno, comentó en un programa de radio que ya había sido vacunado en las instalaciones del Ministerio de Salud tras llamar a su amigo Ginés González. Poco después se hacía público que la lista era larga y que el ministro había reservado 3.000 dosis de la vacuna Sputnik V para uso discrecional.

Paradójicamente, González García había ejercido una labor encomiable al frente del Ministerio de Salud, recomponiendo la débil estructura sanitaria de Argentina. Su plan de vacunaciones, que por el momento solo atañe al personal sanitario y a los adultos mayores (la edad la marcan los Gobiernos regionales. En Buenos Aires, se ha estado vacunado a los mayores de 80 años), pretende alcanzar la inmunidad de rebaño en septiembre. Durante lo peor de la pandemia, González García evitó el colapso hospitalario, aunque no pudo frenar las muertes, más de 50.000 y los contagios, ya hay más de 2 millones.

Carla Vizzotti, su sustituta al frente del Ministerio, niega que en el seno de la institución existiera un mecanismo de vacunación privilegiada y asegura que lo ocurrido fue un caso puntual y excepcional. Vizzotti, que fue quien negoció con Rusia la compra de la vacuna Sputnik V, dio el domingo su visto bueno a la utilización de la vacuna de la farmacéutica china Sinopharm.