Evo Morales ya está en México. El expresidente boliviano ha aterrizado pasadas las 11 de la mañana de este martes en el aeropuerto internacional de la capital mexicana, después de un viaje que ha supuesto una odisea diplomática para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que el lunes otorgó el asilo político al líder boliviano por razones humanitarias. Junto a él, han llegado a México, el que fuera su vicepresidente, Álvaro García Linera, y su ministra de Salud y expresidente del Congreso, Gabriela Montaño.

“Estamos muy agradecidos porque el presidente de México y el pueblo boliviano me salvaron la vida”, aseguró Morales nada más pisar suelo mexicano. Tras ser recibido por el canciller Marcelo Ebrard, el expresidente boliviano denunció la actitud de la oposición y de los policías y militares que, a su juicio, perpetraron un golpe de Estado: “Quemaron tribunales electorales, quemaron las casas de nuestras autoridades, saquearon la casa de mi hermana, saquearon mi casa en Cochabamba, con políticas de amedrentamiento quisieron denunciar a dos de nuestros alcaldes, al gobernador de Potosí…”, enumeró con una actitud derrotada, antes de incidir en los motivos de su renuncia: “Para que no haya más desangres, más enfrentamientos, hemos decidido renunciar”.

Morales denunció que el golpe de Estado se inició tras los resultados de las elecciones del 20 de octubre. Un controvertido recuento, entre acusaciones de fraude, dio la victoria al líder indígena en primera vuelta, por lo que renovaba de nuevo su mandato. La oposición no reconoció esos resultados y las protestas se intensificaron. “En la última etapa se sumó la policía nacional”, ha criticado, quien ha asegurado que un miembro del equipo de la seguridad del Ejército lo extorsionó: “Pidió que me entregaran a cambio de 50.000 dólares”.

“Pensé que habíamos terminado con la opresión, con la discriminación, con la humillación, pero surgen otros grupos que no respetan la vida, menos la patria”, lamentó Morales, quien como ha insistido en los últimos días, achacó todas las protestas a que él es “indígena”. En su llegada a México, el expresidente boliviano se mostró agotado. Llevaba la misma ropa con la que se le vio el pasado domingo, un polo azul y un pantalón negro machado de tierra. “Si de algo he pecado es de que hemos implementado programas sociales para los más humildes, nuestro delito o pecado es que ideológicamente somos antimperialistas”. Morales saludó a los periodistas que le esperaban en el lugar con el puño en alto, pero sin el ímpetu discursivo que lo caracteriza, y se retiró a Migración para realizar su trámite de ingreso, informa José Pablo Criales desde el aeropuerto de Ciudad de México.