La manipulación de pirotecnia o fuegos artificiales puede ocasionar accidentes, causando lesiones visibles como quemaduras, amputaciones, así como que otras lesiones no visibles como la pérdida auditiva.

Sobre este último punto, se considera trauma acústico agudo a la exposición a un sonido de alta intensidad, por ejemplo, una explosión de pirotecnia, que puede resultar en daño inmediato y permanente al oído medio y al oído interno.

Esto se produce porque la energía sonora que ingresa a los oídos es tan intensa que sobrepasa los mecanismos de protección del oído, dañando diversas estructuras del interno, entre las células encargadas de enviar información al nervio auditivo, generando una pérdida auditiva.

También pueden ocurrir lesiones en el oído medio como la perforación de la membrana y desarticulación de la cadena osicular. Además, los fuegos artificiales pueden provocar acúfenos o tinnitus, que es la percepción de zumbidos o pitidos en el oído.

Por otra parte, la hipoacusia por trauma acústico agudo es otro posible daño causado por la explosión de pirotecnia. La hipoacusia se define como la disminución de la capacidad auditiva temporal o permanente; parcial o total producida por la exposición a un sonido de alta intensidad (mayor a 120 decibelios).

Se considera temporal cuando la disminución del umbral auditivo se recupera horas o días siguientes al trauma y permanente cuando la disminución de la audición es irreversible.

También puede producir una lesión del órgano del equilibrio, causando síntomas como inestabilidad y desequilibrio.

En el trauma acústico agudo se caracteriza por: dolor de oído, pérdida de audición, sangrado de oído y desequilibrio que pueden ser unilaterales o bilaterales, dependiendo de las circunstancias y mecanismos del accidente.

Cabe recordar que una población altamente susceptible a los sonidos fuertes son los niños y niñas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), quienes presentan hipersensibilidad auditiva o hiperacusia; que se caracteriza por una sensibilidad aumentada a los sonidos habituales, los cuales pueden ser incómodos o incluso dolorosos para estas personas.

Lo más recomendable es evitar el uso de pirotecnia y en caso de utilizarla es muy importante tomar precauciones.

Que la manipulación esté siempre a cargo de un adulto responsable que no se encuentre bajo los efectos del alcohol, en un lugar despejado y con las medidas de seguridad requeridas.

Alejarse por lo menos 8 metros del sitio de explosión.

Si en la familia hay personas con TEA, con más razón evitar los fuegos artificiales y, en caso de no poder hacerlo, mantenerse refugiado del ruido e incluso utilizar protectores auditivos.